Día 05 de Enero
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Los Reyes Magos fueron tres pero pudieron ser cuatro o
doce. Uno era negro, aunque antes fue blanco. La Biblia no los nombra, pero
todos saben que se trata de Melchor, Gaspar y Baltasar, que llegan en la
madrugada de cada 6 de enero con regalos para los chicos.
Curiosamente, la venida de los Reyes Magos ha opacado a
la Epifanía (o la manifestación del Hijo de Dios al mundo y su reconocimiento
como Mesías) que es el mensaje cristiano que estos personajes realmente entrañan.
La noche del 5 hay que poner los zapatos debajo del árbol
de Navidad, con un poco de pasto y agua para los camellos, y una cartita con el
pedido: una compu, un tren eléctrico, una barbie, un iPad, una pelota, un auto
a control remoto.
Ya se sabe: los Reyes Magos cumplirán, más o menos, con
algo, tal como hicieron cuando, guiados por la estrella de Belén, fueron a
adorar al Mesías llevándole tres obsequios: oro, incienso y mirra.
Curiosamente, el único que los menciona en las Escrituras
es Mateo:"Nacido Jesús en Belén de Judá en los días del Rey Herodes,
llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los
judíos que acaba de nacer?" (2,1-2).
Y más abajo: "Y al entrar en la casa, vieron al niño
con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le
ofrecieron sus presentes: oro, incienso y mirra." (Mateo 2,11).
Mateo no especifica sus nombres, no dice cuántos son y
tampoco les da el título de "reyes", pero en el llamado Evangelio del
Pseudo Tomás, del siglo II, no incluido en la Biblia, se dice que son tres y
les asignan nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar.
En el siglo IV el escritor eclesiástico Orígenes sostuvo
que eran tres y luego, en el siglo V, el Papa León I, el Magno, estableció
oficialmente ese número para toda la cristiandad.
Sin embargo, otras leyendas indican que había un cuarto
Rey Mago, Artabán, en tanto que los armenios nombran a doce.
Aunque hay quienes especulan que los Reyes Magos pudieron
ser sacerdotes zoroastristas provenientes de Persia, posteriores
interpretaciones los consideraron originarios de Europa, Asia y África, es
decir, representantes de los tres continentes conocidos en la antigüedad, y a
la vez, de las tres edades del hombre.
Así, Melchor, un anciano con barbas blancas, le regaló
oro a Jesús, presente que simbolizó reconocerlo como Rey de los judíos.
Gaspar, joven y rubio, le llevó el incienso, que se
encendía en las celebraciones religiosas para adorar a Dios, precisamente para
significar la naturaleza divina de Jesús y alabar su poder.
Baltasar, un adulto de tez negra (recién a finales del
siglo XIV comenzó a representárselo así), le obsequió la mirra, sustancia usada
antiguamente para embalsamar y hoy para la unción de los enfermos, símbolo de
la naturaleza humana de Jesús y presagio de su sufrimiento y muerte.
La escena de la Adoración de los Magos fue pintada por
Durero, Botticelli, Leonardo da Vinci, El Bosco, Velázquez y Rubens, entre
otros grandes.
El cine también incluyó a los Reyes Magos en alguna
escena, desde Vida y pasión de Jesucristo (1907), de Ferdinand Zecca, hasta La
Natividad (2006), de Catherine Hardwicke.
Por lo demás, en varias ciudades hay esculturas que los
retratan, como en Ibi (Alicante, España) y en Juana Díaz, una isla caribeña de
Puerto Rico, donde a falta de un monumento a los Reyes Magos, hay dos.
Pero la primera obra que llevó sus nombres es un friso
decorado con mosaicos del siglo VI que se encuentra en la iglesia de San
Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia).
El friso, que representa la procesión de las Vírgenes,
contiene a tres hombres vestidos a la moda persa, con gorro frigio, que avanzan
en actitud de ofrecerle obsequios a María, que está sentada en un trono y tiene
al Niño en su falda. Encima de sus cabezas se puede leer: Gaspar, Melchior,
Balthassar.
Una leyenda cuenta que, después de la resurrección de
Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba, donde fueron bautizados y consagrados
obispos.
Martirizados en el año 70, los restos de los tres fueron
depositados en un mismo sarcófago y llevados a Constantinopla por Santa
Elena.
En el siglo XII, Federico I (Barbarroja) trasladó el
féretro a Colonia, Alemania, donde hoy reposan con las coronas que
supuestamente llevaron durante su existencia.
La cantidad de peregrinos que llegaban allí a adorar a
los Reyes Magos hizo que en 1248 comenzara a levantarse la catedral de Colonia,
uno de los monumentos góticos más célebres de Europa, cuya construcción demandó
más de 600 años.
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